martes, 10 de septiembre de 2013

EL MIEDO

Desde poco después del 18 de julio de 1936 irrumpió en la sociedad un elemento que si bien no era nuevo, nunca había alcanzado tales dimensiones. El miedo. 
Conforme las tropas franquistas del general Queipo de Llano avanzaban por Andalucía llegaban las noticias de lo que podía pasar si los nacionales ganaban la guerra: 12.507 fusilamientos en Sevilla, 3.071 en Cádiz, 6.019 en Huelva, 8.914 en Badajoz... 

El día que las topas italianas tomaron el puerto de Alicante, la pesadilla se hizo realidad y el miedo quedó instaurado en nuestra sociedad:

Certificación de un vecino de Almoradí que se suicidó por el temor a la represión: 



La represión buscó desde los primeros momentos el miedo, como sinónimo de sumisión mediante los mecanismos que ya se conocen dando como resultado una sociedad completamente dormida que de ninguna manera cuestionaría los instrumentos y las decisiones del nuevo poder. 

Según los testimonios orales, hemos extraído algunas historias de temor extremo en ciudadanos de Almoradí que sufrieron la represión, como el hecho de dormir todas las noches con un puñal debajo de la almohada, o vivir con las ventanas completamente cerradas y casi sin salir hasta que Franco murió. También conocemos historias de "topos" como Manuel Ros a. El Ranga que vivió cinco años escondido en su tejado... Seguramente cada represaliado tenga su propia historia.

En el libro que recoge las ponencias de las JORNADAS HISTORIA Y FUENTES ORALES, Historia y memoria del Franquismo" celebradas en Ávila en Octubre de 1994 encontramos un capítulo escrito por Raul Soutelo y Alfredo Varela donde se nos habla de las consecuencias a largo plazo de la Represión Franquista y de su principal factor, EL MIEDO: 

- FORMACIÓN DE MENTALIDADES AUTO-REPRIMIDAS: La constante represión en todos los aspectos de la vida cotidiana causó un impacto psicológico que se expresó en el SILENCIO que los afectados mantuvieron y mantienen deliberadamente, "transformándose en represores de sí mismos e inculcando el miedo a tres generaciones desde la familia y la sociedad, con un determinante papel coactivo de la iglesia y de la escuela".
La mayor parte de nuestros entrevistados que sufrieron la Represión directamente o en línea ascendente, repetían la máxima "en mi casa estaba prohibido hablar de política" o "son cosas muy horribles que no merece la pena que te las cuente" o incluso la frase "no hay que reabrir heridas".Incluso un entrevistado quiso asegurarse de antemano de que el entrevistador no era de derechas antes de hablar.  Éstas reacciones no tienen otra explicación que el miedo permanente 

a consecuencia de lo expuesto, recabamos en un OLVIDO VOLUNTARIO DE LA HISTORIA INMEDIATA: y es que quien no quiere recordar, está condenado a olvidar. El franquismo supo desarrollar su aparato psicológico para que se aliara con su aparato político. Si desde la oficialidad en todo momento se intentaron borrar las atrocidades cometidas, la formación de mentalidades auto-reprimidas y propensas al olvido, llevó a que el eje de dicho borrado no fuera solamente la eliminación de documentos, sino la estructuración de una sociedad que no quiere recordar. 

Superar esa barrera es tarea de todos para recordar a tantos que tanto lo merecen y para que nuestra sociedad pueda abandonar de un modo completo los traumas del pasado. 

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